Debajo del crecimiento, debajo de la política, debajo del agotamiento; Italia parece hundirse en sí misma, golpeada por una crisis que va más allá de la pura economía. Existe toda la diversidad de un país de países, unidos por una plaga común: la soledad. Una bendición cultural, una maldición social, un boleto a la empatía. Italiana es un descenso a través de caminos inexplorados, a través de caminos irregulares y personajes de pequeño tamaño; la geografía secundaria de un país no globalizado donde la modernidad tiene poco sentido. Las bromas y los barrios marginales; el chorlito y lo sagrado; desolación y poesía. Estilísticamente, Italiana pretende ser un libro de fotografía fundamentalmente clásico. En tiempos de fácil seducción, donde la audiencia y el éxito se han convertido en sinónimos, escapar del lenguaje de la espectacularización se convierte en un acto de rebelión. Hay una curiosidad en movimiento en estas imágenes y un afecto hacia un país tan conocido, tan desconocido. Italiana pretende dar un paso hacia la identidad europea, no solo la italiana, y hacia un tipo de fotografía, la fotografía humanística, que se deriva de la empatía mutua.