Reconocido como uno de los fotógrafos más importantes del Reino Unido de los últimos cuarenta años, Brian Griffin creció cerca de Birmingham, entre las fábricas de Black Country. Sus padres eran trabajadores de fábrica y desde su nacimiento Griffin parecía seguir sus pasos. Y así, al dejar la escuela a los 16 años, comenzó a trabajar en una fábrica, como todos los que lo rodean. Un año más tarde se trasladó a British Steel trabajando como estimador de ingeniería de tuberías en prácticas en un trabajo que incluía sistemas de costos para las centrales nucleares que se estaban construyendo. Permaneció allí cuatro años antes de escapar del tedio de la oficina al inscribirse para estudiar fotografía en el Manchester College of Art. The Black Kingdom es una autobiografía visual de la vida de Brian Griffin durante los años 50 y 60, donde todo lo que lo rodeaba parecía emanar de la fábrica. El libro es una disección de la vida en la Inglaterra industrial después de la Segunda Guerra Mundial y muestra las influencias que inspirarían la producción creativa de un fotógrafo de gran éxito. Para Griffin, esos primeros 21 años viviendo en un laberinto de calles con terrazas ubicadas entre fábricas y continuamente contaminados por sus olores y ruidos, permanecen indeleblemente impresos en él y han dado forma a la persona que es. Brian Griffin ha exhibido y publicado ampliamente. En 1989 tuvo una exposición individual en la National Portrait Gallery de Londres. El mismo año, el periódico The Guardian lo seleccionó como «El fotógrafo de la década» y la revista LIFE utilizó su fotografía «Un marco roto» como portada de su película titulada «Grandes fotografías de los años ochenta». Durante la década de 1990, Brian Griffin se retiró de la fotografía y se centró en dirigir publicidad, videos pop y cortometrajes. Volvió a la fotografía en 2001, reestableciéndose una vez más en el mundo de la fotografía británica.